Los renglones torcidos de Dios Autor: Torcuato Luca de Tena

Los renglones torcidos de Dios trata de una mujer, Alice Goul, que se hace pasar de loca para poder ingresar a un manicomio y encontrar a un asesino. La historia se desarrolla en España. Y es un relato que lo cautiva a uno por todo lo que experimenta esta ‘investigadora privada’ en un lugar de gente tan extraña.

La protagonista tiene que investigar sobre trastornos psicológicos para adoptar la actitud de un enfermo mental una vez que esté en el manicomio. Pero para asegurar su ingreso al sanatorio, Alice Goul negocia para que un doctor le diagnostique un trastorno mental y poder así entrar al hospital de manera voluntaria.

El plan de Alice comienza a complicarse cuando descubre que el director del manicomio se fue de vacaciones, pues dicho doctor sería la única persona que sabría el verdadero motivo de su convivencia entre los pacientes. De hecho, el doctor que ‘giagnosticó’ como loca a Alice escribió una carta que tenía que ser entregada al director en el sanatorio. En dicha carta enteraba a su colega sobre la condición real de la investigadora.

Así las cosas, después de una entrevista muy peculiar, la falsa demente es admitida en el sanatorio como cualquier otro enfermo, lo que significa que recibirá el mismo trato que todas las personas que verdaderamente estaban enfermas.

En el sanatorio Alice descubre el mundo real de los enfermos mentales. Conoce a personajes desquiciados como El hombre de cera, a un matemático loco que no hace otra cosa que ocuparse en la solución de ecuaciones, de hecho el lector descubrirá en este loco el porqué del nombre de la obra.

No revelaré el final de la historia, pues creo que no debe uno hacer tal cosa cuando se recomienda un libro, pero sólo diré que es una historia muy intrigante. Al menos yo la disfruté mucho y por eso la recomiendo. Sé que hay una película basada en esta historia, pero prefiero recomendarles el libro, pues las películas resultan muy limitadas cuando se comparan con los libros.

Libro recomendado por Hugo Martínez Bravo