Noches Blancas, de Fiodor Dostoyevski
¿Es posible que, en realidad, él y ella no hayan caminado juntos por la vida tantos años, cogidos de la mano, solos, después de renunciar a todo y a todos y de fundir cada uno su mundo, su vida, con la vida del compañero?
Cierta noche pálida y lúgubre, coronada por una luna amarillenta, un hombre solitario camina por las calles desiertas de San Petersburgo. La mayoría de los habitantes se fueron al campo a vacacionar y la ciudad se quedó sola. El hombre visita el puerto y mira la gran fiesta que los marineros han organizado en sus barcazas. Nunca como en ese instante se siente tan solo y desgraciado, porque toda su existencia la ha pasado entre las cuatro paredes de su habitación, en compañía de Matriona, su vieja criada silenciosa, escuchando el rebullir de la cafetera, mientras la vida se le escapa.
Entonces su corazón se inflama de recuerdos y se llena de nostalgia. Camina al muelle y pasa al lado de una mujer joven y hermosa, que se deshace en lágrimas con la mirada clavada en la lejanía. El hombre quiere consolar a la mujer, pero jamás ha platicado con nadie y teme arruinarlo todo. Entonces pasa de largo, recriminándose a sí mismo su cobardía. Piensa que quizás nunca la volverá a ver, aunque siempre la recordará así, recargada en la barandilla del muelle, sollozando por quién sabe qué cosa, con la mirada perdida en la inmensidad del mar.
Hundido en estas reflexiones, el hombre se da cuenta de que, al cruzar la calle, alguien persigue a la mujer y se apresura a defenderla. Así comienzan para él sus “noches blancas”, en compañía de Nastenka, una linda muchacha de ojos profundos y tristes, caminando juntos por las solitarias calles de San Petersburgo.
El hombre le relatará a Nastenka, como en realidad siempre lo quiso, cómo sueña despierto durante sus noches de insomnio, imaginando países y personajes fabulosos, contemplando cielos extraños a su mirada, viviendo nuevamente aquellos atardeceres que lo hicieron tan dichoso… Nastenka le dirá que ella es muy desgraciada, porque pasa todas sus horas prendida con un imperdible a la falda de su abuela y en realidad no sabe lo que es la vida. Además espera a alguien en el puerto, alguien que por cierto le prometió regresar…
Noches blancas, una de las primeras obras de Dostoyevsky, es la historia de un hombre que vive únicamente de sus recuerdos. Es el itinerario de un soñador que sale a pasear todas las noches con la esperanza de encontrar a alguien a quién relatarle sus fantasías y contarle sus más íntimos ensueños, porque cada día que pasa siente que se le va vida, y no quiere morir viejo y solo en la oscuridad de su alcoba. ¿Qué tal si en una de esas noches por fin encuentra a la mujer que ama, con la que ha soñado toda su vida?
Noches blancas es el drama de dos vidas desdichadas que por motivos fortuitos, como suceden todos los verdaderos acontecimientos, se entrelazan para nunca separarse y llevarse para siempre en el alma.Quien lea esta gran obra de Dostoyevski se adentrará en las vidas que laten en el corazón de San Petersburgo.
Libro recomendado por Héctor Echevarría.
¿Es posible que, en realidad, él y ella no hayan caminado juntos por la vida tantos años, cogidos de la mano, solos, después de renunciar a todo y a todos y de fundir cada uno su mundo, su vida, con la vida del compañero?
Cierta noche pálida y lúgubre, coronada por una luna amarillenta, un hombre solitario camina por las calles desiertas de San Petersburgo. La mayoría de los habitantes se fueron al campo a vacacionar y la ciudad se quedó sola. El hombre visita el puerto y mira la gran fiesta que los marineros han organizado en sus barcazas. Nunca como en ese instante se siente tan solo y desgraciado, porque toda su existencia la ha pasado entre las cuatro paredes de su habitación, en compañía de Matriona, su vieja criada silenciosa, escuchando el rebullir de la cafetera, mientras la vida se le escapa.
Entonces su corazón se inflama de recuerdos y se llena de nostalgia. Camina al muelle y pasa al lado de una mujer joven y hermosa, que se deshace en lágrimas con la mirada clavada en la lejanía. El hombre quiere consolar a la mujer, pero jamás ha platicado con nadie y teme arruinarlo todo. Entonces pasa de largo, recriminándose a sí mismo su cobardía. Piensa que quizás nunca la volverá a ver, aunque siempre la recordará así, recargada en la barandilla del muelle, sollozando por quién sabe qué cosa, con la mirada perdida en la inmensidad del mar.
Hundido en estas reflexiones, el hombre se da cuenta de que, al cruzar la calle, alguien persigue a la mujer y se apresura a defenderla. Así comienzan para él sus “noches blancas”, en compañía de Nastenka, una linda muchacha de ojos profundos y tristes, caminando juntos por las solitarias calles de San Petersburgo.
El hombre le relatará a Nastenka, como en realidad siempre lo quiso, cómo sueña despierto durante sus noches de insomnio, imaginando países y personajes fabulosos, contemplando cielos extraños a su mirada, viviendo nuevamente aquellos atardeceres que lo hicieron tan dichoso… Nastenka le dirá que ella es muy desgraciada, porque pasa todas sus horas prendida con un imperdible a la falda de su abuela y en realidad no sabe lo que es la vida. Además espera a alguien en el puerto, alguien que por cierto le prometió regresar…
Noches blancas, una de las primeras obras de Dostoyevsky, es la historia de un hombre que vive únicamente de sus recuerdos. Es el itinerario de un soñador que sale a pasear todas las noches con la esperanza de encontrar a alguien a quién relatarle sus fantasías y contarle sus más íntimos ensueños, porque cada día que pasa siente que se le va vida, y no quiere morir viejo y solo en la oscuridad de su alcoba. ¿Qué tal si en una de esas noches por fin encuentra a la mujer que ama, con la que ha soñado toda su vida?
Noches blancas es el drama de dos vidas desdichadas que por motivos fortuitos, como suceden todos los verdaderos acontecimientos, se entrelazan para nunca separarse y llevarse para siempre en el alma.Quien lea esta gran obra de Dostoyevski se adentrará en las vidas que laten en el corazón de San Petersburgo.
Libro recomendado por Héctor Echevarría.