Una familia lejana
Autor: Carlos Fuentes
Escrita en 1980, Una familia lejana nos muestra a un Carlos Fuentes lúcido, maduro en el uso de recursos literarios, en su papel de narrador y personaje desenvuelve con maestría una historia donde el principal elemento es el recuerdo, las páginas se llenan con la resonancia de un tiempo sólo accesible a la memoria. Como en Aura, la obra se desarrolla en un ambiente mágico, sólo que aquí, los fantasmas que la habitan emergen de la palabra, de la evocación y el ensueño.
En Una familia lejana, Fuentes nos trasporta a un mundo escindido entre la realidad y las palabras que la evocan. La historia se desarrolla a través de la remembranza. El viejo Branly, personaje principal de la obra, recuerda a sus ochenta y cuatro años el singular encuentro con los Heredia. Menciona el asombro que la crueldad del pequeño Víctor despertó en él, la despreocupada complacencia con que el padre, el afamado arqueólogo Hugo Heredia, contemplaba la tiranía de su hijo.
Estos hechos habrán de determinarlo para invitar a la familia mexicana a su residencia de París. A partir de ahí el juego de la sinonimia y del azar determina el curso de la obra. Padre e hijo comparten el extraño ritual de buscar en cada sitio a alguien que lleve sus nombres, la búsqueda de homonimia en el directorio francés trae consigo un nuevo personaje, otro Víctor Heredia, ser tumultuoso y ordinario, que, sin embargo, representará la oportunidad para que Branly se reencuentre con el pasado y pueda concebirse setenta años atrás, cuando desde el parq Monceau contemplaba con mirada absorta a un niño que lo veía desde la ventana. Las evocaciones se vuelven cada vez más intensas, aparecen rostros desteñidos por el silencio.
La historia de los Heredia se entrecruza y confunde en el recuerdo. Nos remite a un tiempo que se bifurca en pequeñas fábulas, el espacio se multiplica, los lugares se suceden de forma caótica, inconexa: desde una fiesta caribeña a finales del siglo XIX, hasta las antiquísimas ruinas de Xochicalco. La exuberancia de los paisajes americanos contrasta con la rigidez simétrica de los rincones parisinos: la Place de la Concorde, el automobile club donde la historia es narrada, Clos des Renards, la propiedad del viejo Heredia, desde la cual el pasado se evoca.
En la obra de Carlos Fuentes todo tiene cabida, pero no azarosamente, sino de forma necesaria, todo se reviste de exactitud, desde la simbiosis entre Víctor y André, hasta el rostro oculto de la mujer que aparece en un retrato vestida a la moda del Segundo Imperio. Una familia lejana encierra, como en la obra de Proust, la recuperación del tiempo. Fuentes-Branly se ve forzado a narrar la historia para comprenderla, y, así, terminar de reconciliarse con sus fantasmas.
Libro recomendado por Mercedes Rojas Pérez.